No busco que me mires siempre con una sonrisa plena, aunque estés enfadado. Ni siquiera espero de ti un enorme abrazo en cuanto me veas cada día, ni pretendo que me beses con pasión en cada instante. Tampoco quiero que me mimes como si fuese una niña chica, ni que no me trates como una adulta, porque no lo sea todavía. No quiero un '¡Feliz San Valentín!' el catorce de febrero, ni que me hagas enormes regalos en cada aniversario. No quiero que me des la mano por la calle, ni que rocemos nuestros labios delante de la gente. Mucho menos, espero que me digas cada segundo un 'Te quiero' sin el más mínimo significado. Ni versos cursis o románticos, ni cenas regaladas, ni flores que hay que poner en agua, aunque tampoco de plástico. Ni siquiera espero que me entiendas, ni pretendo entender yo tus rarezas.
Sólo quiero que, cuando estemos solos, parezca que sea la primera vez que te mire a los ojos y pueda pensar: Acabo de enamorarme otra vez más.
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